lunes, 21 de agosto de 2017

¿Cómo debemos educar a nuestros hijos?

Niños divirtiéndose. / Foto: Cristina Lojo
Las redes sociales están llenas de educadores, psicólogos, pediatras, enfermeros que nos dan lecciones o consejos sobre cómo debemos educar a nuestros hijos. Hasta aquí todo bien. Siempre han existido manuales que nos han dado ciertas pautas para afrontar nuestro día a día de forma más acertada, algo que ayuda enormemente, sobre todo, cuando se trata de la educación de nuestros hijos.

El problema surge cuando esto, tan sencillo, se convierte en un gran negocio en el que parece que todo vale. Se ponen en marcha todas las estrategias de marketing digital con las que se adueñan de nuestros sentimientos y nos terminan haciendo adictos a estos consejos, a base de hacernos sentir culpables en todo momento.

Siempre trabajan bajo titulares llamativos tipo: “Diez cosas que les dices a tus hijos y que jamás deberías pronunciar”; “Cinco claves para acabar con las rabietas”; “Siete frases que lamentarás haberle dicho a tus hijos”. Este tipo de artículos se repiten continuamente, siguiendo los manuales de marketing digital, y no precisamente con la misión altruista de conseguir que eduques mejor a tus pequeños. El único objetivo es el de conseguir más clics, más seguidores, más compartidos y, en definitiva, más progenitores que se van a la cama pensando “que mal lo he hecho hoy”.

Estudian perfectamente cuándo publicar los artículos. De hecho, hay portales que suben a sus redes sociales publicaciones cada hora, al modo de martillo pilón, recordándote lo mal que estás educando a tus hijos. Además, se cuidan mucho de que todo sea muy real. Por eso, no dudan en contar en primera persona cómo educan ellos brillantemente a sus hijos quienes posan felices en las imágenes en las redes sociales que cuentan con miles de seguidores. Todos sonriendo, felices con unos padres ejemplares.

Unos padres ejemplares que dudo muy mucho que puedan dedicar a sus hijos la mitad del tiempo que tú dedicas a los tuyos. Y así lo creo porque entre gestión de contenido y estrategias con las que comer la cabeza a los seguidores en las redes sociales, ponencia de seminarios sobre alimentación perfecta para los niños, control de rabietas y sesiones de fotos de familias felices, no sé cuándo están con los hijos.

El día a día es otra cosa. En el día a día de una familia normal, con sueldos normales, la vida es más real. No hay tiempo para tantas fotos felices, ni lees todas las etiquetas de lo que comen. A veces gritas, porque pierdes los nervios. Gritas de impotencia porque no solo estás preocupado de la educación de tus hijos. Estás también preocupado porque, a pesar de trabajar, este mes no has cobrado. Te preocupas porque tienes que ocuparte de tus niños y de tu madre que es mayor. También te preocupas porque se te ha estropeado la lavadora y no encuentras una por menos de 200 euros y te preocupas porque tienes que estudiar por las noches y no te quedan energías ni para abrir los ojos. Y así, claro que te enfadas más que los blogueros felices que te dicen y recuerdan cada dos horas, siguiendo los horarios recomendados por Facebook, lo mal que lo estás haciendo.

No es un análisis que hago a la ligera. Es algo que llevo analizando desde hace tiempo. Soy seguidora de varios portales de este tipo y tengo que decir que podrían hacer el mismo trabajo sin hacer sentir a los padres culpables en cada párrafo. Pero claro, no obtendrían tantos likes y no sería rentable. Entonces se pierde el objetivo principal: el económico.

Contamos con decenas de personas a nuestro alrededor que pueden ayudarnos cuando tenemos dudas. Nuestros pediatras, los profesores, nuestros padres y nuestro sentido común. Escúchalo todo y toma tus decisiones y, sobre todo,  sé crítico cuando lees algo, estas líneas también. No seamos borregos de portales sobre educación. Tomemos nuestros decisiones y, sobre todo, no dejes que te hagan sentir culpable. 

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